No pudo ser. El Elche Ilicitano no logró remontar el cero a dos de la ida ante el Muro de Alcoy, en un partido abocado al empate con el conjunto local muy metido atrás, conciente de que una buena defensa suponía media clasificación. El conjunto dirigido por Chema Payá saltó al césped de La Llometa con varias bajas y muy convencido de la remontada, pero la buena defensa local impidió la machada. Los jugadores se marcharon del estadio hundidos, aunque orgullosos por la gran temporada realizada por el equipo.
El técnico aspense, Chema Payá, no podía contar con Omgba, sancionado en la ida de la eliminatoria, y optó por cambiar el sistema introduciento a Steve en punta de ataque junto a Abraham y pasando al 4-4-2, algo poco habitual. También entraron en el equipo Dani y Fede. Toda la artillería sobre el tapiz y noventa minutos por delante para lograr la remontada. Era posible.
El filial saltó al césped cargado de moral y fuerzas, y en los primeros minutos tuvo un par de llegadas que no pudieron fructificar. La táctica de enviar balones en largo a Steve le no funcionó demasiado, que optó por buscar más profundidad mediante internadas por banda. Al filo del descanso llegaba la primera ocasión de peligro para el Ilicitano. Yerai estuvo a punto de hacer el primero.
En el descanso, Chema arengó a los suyos, que tan solo tenían un margen de 45 minutos para marcar dos goles. Los intentos del filial, liderados por Yerai, morían en el área del Muro, que se cerró atrás para mantener el resultado. El 'otro fútbol' le funcionó a la perfección al conjunto alicantino, que tanto en la ida como en la vuelta evitó el fútbol combinativo y de toque para realizar un juego más pausado. En los minutos finales, los ilicitanos se lanzarón en tromba sobre la meta alcoyana.
Luchando hasta el final
A falta de media hora, el colegiado anuló de forma muy dudosa un gol a Álex por fuera de juego, que fue señalado segundos después de materializar la jugada. Además, Fede dispuso de dos muy buenas ocasiones en una de sus constantes subidas al ataque. El encuentro moría, y el Ilicitano se resignaba poco a poco a morir en la orilla, tras una temporada plagada de dificultades. Al final, tanto jugadores como técnicos se quedaron con la temporada realizada y la unión y madurez mostrada por el equipo en todo momento.
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